martes, 5 de enero de 2016

Día introductorio

En el primer día de clase se planteó una pregunta. ¿Cuáles son los factores clave en la calidad de la enseñanza?
Ésto lo debatimos entre los compañeros, que tenían diversas opiniones sobre el tema.
A mi parecer se podría resumir en cuatro puntos:
  • Buenos docentes: es decir, que estuvieran bien preparados y fueran dedicados a la hora de enseñar.
  • Que los profesores debatan en clase y que haya libertad para hablar. Esto es un poco relativo, porque depende más de los métodos de enseñanza que lleve a cabo el profesor que en sí a algo relativo a la calidad de la enseñanza, aunque sin duda sería una buena práctica en clase.
  • Que tengan recursos: esto es un problema de gestión del propio instituto y a su vez de las instituciones que se encargan de dar las subvenciones. Aún así, el dinero invertido es considerable, por lo que es probable que haya una mala gestión en los centros.
  • Leyes estables que estén hechas y reguladas por profesionales del ámbito de la educación: está claro que en España las leyes, si bien no cambian mucho en su base, están demasiado abiertas a intereses políticos. En vez de velar por tener una sociedad culta y avanzada, velan por salvaguardar sus ideas morales y políticas y que la gente les vuelva a votar en 4 años. Es de recalcar lo de profesionales del ámbito de la educación. Si bien, es necesario como en cualquier ministerio, que haya buenos gestores económicos para no despilfarrar el dinero (¿a caso es necesario que fueran estrictamente economistas? no creo...), no es menos necesario que haya gente del sector en el que se implique el ministerio, que conozca la realidad del sector "a pie de calle" y entienda los problemas, fracasos y éxitos del sistema. Creo que esto ayudaría mucho en cualquier ministerio, no sólo en el ámbito de la educación, por que alguien que conoce esa realidad está mejor preparada para buscar soluciones a los problemas que haya.
Tras este análisis vimos un vídeo en el que Emilio Lledó, un catedrático en filosofía hablaba sobre el tema. 

Sin duda, dijo algo que, en ese momento, nos caló a toda la clase, a la hora de tratar de mejorar la enseñanza. Y es, ni más ni menos, que siempre hay que amar a quienes enseñas y por eso siempre ha sido amigo de sus alumnos. Sin duda, considerarles amigos implica no subestimarles, apreciarles y dedicarles tiempo, todo a pesar de sus opiniones, de cómo sean, de que a veces te saquen de quicio o de lo torpes que sean. Con este cariño, ayudarles a aprender será un camino mucho más llevadero.

Hace poco leía un libro "Mal de escuela" de Daniel Pennac. Casualmente, en éste se llegaba a la misma conclusión, que hay que querer a los alumnos, por encima de lo que pienses de ellos. En el libro explica que él nunca se ríe de un alumno, ni acepta respuestas absurdas basadas en la impetuosidad de dar una respuesta sin tener idea. En vez de eso, les corrige, les enseña, les capta, y les da la oportunidad, sean como sean, de aprender. No le bastaría con conocerles por haber sido un "zoquete" como ellos, son las formas de tratar a sus alumnos, que ha refinado tras haberlo sufrido en carne propia. Ha llegado a una resolución, a través de su sufrimiento como alumno, de cómo debe tratar a sus alumnos, de qué debe hacer para "salvarles". Sabe que necesitan halagos, que necesitan atención, y sobre todo, que necesitan amor, mucho amor. Tratarles con desamor solo les causaría más dolor, más sufrimiento y menos aprendizaje. 
Así que, ánimo, esfuerzo y cariño, porque un día tarde o temprano, nos encontraremos con ese alumno agradecido que nos recuerda y al que abrimos las puertas al mundo que deseaba conocer.

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